La reducción en el gasto farmacéutico crea cierta 'lista de espera' de medicamentos
Del "no tengo, pero si pasa dentro de tres horas ya lo podrá recoger" se está pasando al "no tengo, voy a llamar y a ver, déjeme su número y le avisamos, a ver si lo tiene alguien...". Y la farmaceútica revuelve en los listados de medicamentos que faltan en los diferentes distribuidores.
Cierto desabastecimiento invade las farmacias. Sin mucha alarma, casi no se da uno cuenta. Pero los farmacéuticos tienen lo justo en esos cajones siempre llenos de cajitas ordenadas en sus locales. Tratan de no comprar a cinco lo que en noviembre –cuando entre en vigor el último decreto con el que el Ministerio de Economía espera ahorrar 2.400 millones de euros y que les obliga a entregar siempre el medicamento de menor precio– venderán a tres. O ni siquiera podrán vender, salvo que sea ese medicamento que tienen en el cajón sea el de más bajo precio del mercado.
Las farmacias de toda la vida, que se pasan de padres a hijos como un negocio-servicio imprescindible, empiezan a dejar de existir. La crisis las ha colocado en el punto de mira de todas las administraciones a la hora de pensar en qué recortes se pueden hacer sin negociar. A golpe de decreto.
Los tres en concreto dedicados a los medicamentos en el último año y medio han dejado al 9% de las farmacias catalanas en la senda de la inviabilidad: el neto no llega para un solo sueldo. Ni hablar ya de devolver los créditos que pidieron cuando creían que su situación era más segura.
Según datos de los colegios profesionales de Catalunya, en diez años las farmacias han pasado de suponer el 6,76% del presupuesto total del Servei Català de la Salut a ocupar poco más del 3% del pastel. Las rebajas de los precios de los medicamentos, de los márgenes de beneficio, el fomento de los genéricos que al ser más baratos dejan menos ganancia, el incentivo a los médicos para que receten menos... Todo eso ha convertido este negocio-servicio en una enorme incertidumbre y yendo a peor. Porque se temen que no volverán a ser lo que eran. "Ni las farmacias ni los distribuidores ni la industria", enumera Joan R. Lladó farmacéutico de 57 años. La mayoría de laboratorios, que tienen que competir con genéricos, igualan sus precios para estar en el mercado de la Seguridad Social. "Pero más de uno estudia dejar de fabricar ese medicamento que empezó a 27,6 euros y hoy vale 2,75". Algunos de los más utilizados están a precio de gominola.
El último apretón en Catalunya ha sido el retraso de un mes en el pago de la factura de agosto, 140 millones. Al final han podido pedir créditos enseñando esa factura, sin más avales. "He pedido un préstamo de 29.000 euros para pagar sueldos y medicamentos que tenga que servir".
Leído en La Vanguardia
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