Se trata de un conjunto de estrategias inconscientes que utilizamos las personas para protegernos de los conflictos o los peligros. En este artículo te contaremos más sobre los mecanismos de defensa y para qué los usamos.
¿Qué son los mecanismos de defensa?
Basándonos en la teoría psicoanalítica de Freud, los mecanismos de defensa aparecen en cualquier momento de la vida para defender el “yo” (es decir, a uno mismo) de la ansiedad o de la excesiva moralidad social.
Para poder superar diferentes problemas o conflictos, así como también para defendernos de los peligros o ataques utilizamos estas técnicas inconscientes. Aparecen cuando “estamos en apuros” y no nos piden permiso… simplemente se manifiestan.
Sigmund Freud dijo que los mecanismos de defensa son “formaciones defensivas que sirven para hacer frente a las ideas y los conflictos que nos pueden resultan dolorosos o insoportables”.
¿Cómo funcionan estos engranajes que nos protegen? Estableciendo una barrera entre lo bueno y lo malo, eliminando aquello que nos produce tensión, ansiedad o inseguridad. Aunque pensemos que de esta manera estaremos solucionando el problema en realidad sólo se lo está “escondiendo”.
Ante una situación similar, un recuerdo del pasado o algo que no haya sido desterrado de la memoria, los mecanismos de defensa seguirán influyendo en nuestro comportamiento.
En realidad cuando una de estas técnicas sale a la luz no tenemos la capacidad para lidiar con la situación que nos perturba ¿Por qué? Porque se está prestando más atención a la protección del “yo”.
Cuanto más primitivo o irracional sea el mecanismo, más eficaz será en el corto plazo. Pero por supuesto, no se puede utilizar para el futuro ni para solucionar esa situación puntual.
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¿Cuándo y cómo aparecen los mecanismos de defensa?
La principal ventaja de este sistema de protección es que nos defienden cuando no podemos tolerar algo. Pero por otra parte afectan la impresión de la realidad. Los mecanismos de defensa:
1. Se desarrollan cuando estamos angustiados
Si una sensación negativa llega a la mente esta trata de eliminarla y que reaccionemos en consecuencia para defendernos de los síntomas.
2. Aparecen cuando nos superan las presiones
Pueden ser externas (generadas por otra persona) o internas (por nosotros mismos). En cualquier caso generan mucha ansiedad y tensión. Para aliviarlo de forma inconsciente nos defendemos.
3. Son personalizados
No todos actuamos de la misma manera ante una situación angustiante. Nuestra reacción tiene que ver con cómo nos han criado nuestros padres, nuestra personalidad, nuestras experiencias, etc. La infancia, la crianza, los traumas, las personas que nos han marcado… todo eso contribuye en la confección de los mecanismos de defensa.
4. Pueden influir en nuestras decisiones
En ocasiones aquello que queremos no va de la mano con lo que deberíamos hacer o con nuestros patrones de conducta. A medida que vamos teniendo nuevas situaciones o experiencias el inconsciente se encarga de crear diferentes estrategias. De esta manera es como tomamos decisiones en situaciones “normales”. Pero cuando se desarrolla algún mecanismo de defensa todas esas enseñanzas se ven distorsionadas.
¿Cuáles son los principales mecanismos de defensa?
Si bien todas las personas tomamos estas reacciones de protección, en algunos individuos se hacen más latentes o recurrentes. Estos son los mecanismos de defensa más habituales:
1. Desplazamiento
Sucede cuando una emoción o sentimiento (casi siempre la ira) se redirecciona sobre una persona o un objeto que no se puede defender. Es un mecanismo peculiar porque se activa cuando no podemos expresar nuestros sentimientos ni relacionarnos con los demás. Por ejemplo, cuando tenemos un problema en el trabajo y en lugar de decir lo que pensamos a nuestro jefe, llegamos a casa y nos descargamos con nuestra pareja.
2. Formación reactiva
La persona tiene un comportamiento diferente a lo que realmente piensa y siente en situaciones “normales”. Esto aumenta lo positivo para esconder lo negativo. En el mismo ejemplo anterior: cuando alguien no soporta a su jefe, pero en lugar de expresar su insatisfacción lo trata muy bien, lo halaga y le dice que está muy a gusto.
3. Negación
Se refuta la realidad debido a que es muy doloroso o traumático. Se actúa como si el hecho nunca hubiese ocurrido. Es uno de los mecanismos de defensa primitivos en el ser humano y aparece con frecuencia en la infancia. Se manifiesta por ejemplo en aquellas personas que son adictas a las drogas y se “autoconvencen” de que pueden dejarlo cuando ellas quieran.
4. Proyección
Como primera medida no se reconocen los sentimientos o emociones propias. En segundo término, se los atribuimos a otras personas para que los demás no tengan una imagen “errónea” de nosotros. De esta manera sentimos alivio y el “yo” se protege. Por ejemplo, cuando en una discusión de pareja uno le dice al otro que nunca le escucha cuando en realidad es él mismo quien lleva a cabo esa “falta”.
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5. Racionalización
Aparece cuando la persona recurre a argumentos lógicos con el objetivo de explicar ciertos comportamientos, necesidades o deseos. Es similar a la negación, porque las razones no son válidas y se está queriendo evitar el conflicto. Un ejemplo de racionalización: es un paciente al que se le diagnostica una enfermedad grave y en lugar de expresar su dolor, pasa el tiempo analizando detalles técnicos de los tratamientos que no tienen buenos resultados.
Otros mecanismos de defensa son la represión (se elimina lo perturbador), la regresión (volvemos a etapas donde no sentíamos dolor) y la compensación (enfatizamos nuestras fortalezas).
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