EFE
Suecia está entre los países europeos que menos antibióticos usa e Italia, entre los que más, y los dos parten de posiciones muy alejadas para hacer frente a la creciente resistencia a esos fármacos, una amenaza global a la salud.
El debate surgido en torno al mal uso y abuso de los antibióticos, que cada vez son menos efectivos en el tratamiento de ciertas enfermedades por la aparición de patógenos resistentes, ya lo tuvieron en Suecia hace décadas.
Fue en 1984 cuando la asamblea general de agricultores se posicionó contra el uso de esos medicamentos para estimular el crecimiento de los animales. Dos años después, el Parlamento del país nórdico aprobó la prohibición.
El sector ganadero, inmerso en un proceso de industrialización con menos productores pero de mayor tamaño, introdujo cambios estructurales en su modelo.
Los ganaderos "estaban preocupados por lo que los consumidores pudieran pensar" y querían ofrecer un producto de calidad, precisa Christina Furustam, consejera de la Federación de Agricultores Suecos.
Según Furustam, "fue un periodo difícil": muchos animales enfermaron, los piensos no servían como antes y la productividad descendió.
Ganaderos y veterinarios tuvieron que trabajar en equipo en las granjas, dividiéndolas en partes y vaciándolas temporalmente para limpiarlas.
La clave fue tener "buenos sistemas" de sanidad, donde los animales tuvieran espacio y se eliminaran las bacterias, los virus y otros microorganismos que causan infecciones.
La asesora resalta que, tras el coste inicial, fue posible mantener la competitividad y que ahora la producción de cerdos en Suecia es tan productiva como en Estados Unidos, donde siguen usando antibióticos para engordarlos.
"Entiendo que los países sean reticentes a hacer el viaje de Suecia, pero deberíamos actuar todos globalmente para que sea más fácil", sostiene Furustam.
La Asamblea General de la ONU acordó en 2016 luchar de forma coordinada contra la resistencia a los antimicrobianos, relacionada con la muerte cada año de unas 700.000 personas y que, según las estimaciones, podría matar hasta diez millones en 2050, más que el cáncer.
En la Unión Europea (UE), donde las muertes anuales ascienden a unas 25.000, los análisis de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria indican que hay más resistencia a esos fármacos en los países que más los emplean, concretamente en el sur y el este.
Claras son las diferencias de consumo de antimicrobianos en animales destinados a la producción de alimentos: Noruega es el país que menos los utiliza (3,1 miligramos por kilogramo de biomasa en 2014), seguido de Islandia (5,2) y Suecia (11,5).
Al otro lado de la tabla destacan España (418,8 miligramos por kilo), Italia (359,9) y Chipre (391,5).
Tanto en animales como en humanos se requiere un uso "óptimo" de antibióticos, según la Organización Mundial de la Salud, que ha pedido su prohibición en todo el mundo como promotores del crecimiento animal, algo que ya rige en la UE.
El director para la Prevención de enfermedades transmisibles del Ministerio italiano de la Salud, Francesco Maraglino, reconoció esta semana en un seminario en Roma que su país ha empezado a abordar la cuestión "con retraso".
"La resistencia a los antimicrobianos, que usamos sobre todo en animales, se ha duplicado en los últimos nueve años", afirmó Maraglino, para quien falta conciencia sobre su carácter urgente, apoyo institucional y coordinación.
Italia aprobó en 2017 un plan de acción que busca reforzar la vigilancia en todas las regiones y reducir un 10% el consumo sistemático de antibióticos para 2020.
Para la jefa de Inmunización del ministerio, Stefania Iannazzo, se necesitan más esfuerzos para evitar la venta ilegal de antibióticos sin receta y fomentar las vacunas, una "herramienta válida de prevención", pese al movimiento que existe en el país contra su obligatoriedad.
La experta de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Gunilla Eklund señaló que "ningún país está aislado" de la amenaza.
Además del apoyo técnico a los gobiernos, Eklund reclamó más educación en general, inculcando un mensaje simple: "Usa los antibióticos lo menos posible y tanto como sea necesario".
Y para completarlo, cinco reglas: que el medicamento, la dosis, la duración, el momento y el modo de administrarlo sean los adecuados.
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