lunes, 22 de enero de 2018

¿Por Qué Tu Cuerpo No Necesita Azúcar Añadida?

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Al igual que a ti, me encanta conversar con mis amistades. Realmente la paso bien con ellos y es un momento de relajación y esparcimiento.

Justamente, hace unos días hablaba con mi amiga Anarella mientras tomábamos una taza de té. Anarella tiene unos 38 años y ya tiene un año desde que probó mi método #YoPuedo para mejorar su salud.

Lo que me encanta de ella es que es muy disciplinada, así que le tomó poco tiempo acostumbrarse a un nuevo estilo de vida. Mientras tomaba su taza de té, sin azúcar añadida, y hablábamos de la salud, me hizo la siguiente pregunta:

Yo sé que el azúcar hace daño y comprendo sus efectos en el organismo. Por eso dejé de consumirla y la verdad es que, desde que mejoré mi forma de alimentarme, me he sentido mejor que nunca. Pero siempre me he preguntado por qué el azúcar es dañina. Es decir, ¿cuál es el proceso que ocurre en nuestro organismo cuando comemos azúcar añadida?¿por qué nos sentimos atraídos a consumir dulces?

Su pregunta nos proporcionó otro rato de conversación agradable gracias a que pasé a responderle su inquietud.

Vegetales y frutas

Comencemos desde el principio.

Los vegetales y frutas contienen diversos niveles de “azúcar”, llamada fructosa, lo que quiere decir, que unas contienen más fructosa y otras menos. Pero todas la poseen en su composición nutricional. En todo caso, es la que le da el sabor dulce a las frutas, que contienen más fructosa que los vegetales.

La fructosa se metaboliza en el hígado, que la convierte en glucógeno, es decir, una forma de reservar energía. Más adelante hablaré de ello.

Lo importante es que la fructosa no necesita de la insulina para metabolizarse por lo que es más tolerada por los diabéticos, además, se absorbe muy rápidamente. Si es así ¿por qué has leído que la fructosa es dañina?

Por una sencilla razón. La industria alimentaria sintetizó la fructosa y la agregó en grandes cantidades a los alimentos procesados.

La diferencia con las frutas y vegetales es que, por más fructosa que tengan, en realidad sigue siendo una pequeña cantidad, por este motivo nuestro hígado la procesa sin problemas.

En cambio los productos industriales sí contienen grandes niveles de fructosa que superan el metabolismo del hígado.

El hígado y la fructosa o azúcar añadida

Al verse invadido de esa manera, el hígado convierte lo que puede en glucógeno, y el resto, lo almacena como grasas, lo que significa que todo ese excedente se convierte en tejido adiposo, tanto dentro del hígado como en el resto de los órganos.

Otra diferencia, es que la misma composición nutricional de las frutas y vegetales disminuyen el impacto de la fructosa en el organismo. Es decir, el agua y la fibra que contienen ayuda a procesar la fructosa y a eliminar el exceso.

De esta forma, solo llega a nuestro hígado una cantidad menor que la que consumimos (que sigue siendo pequeña).

Como ves, al disfrutar de tus frutas y vegetales, no requieres más azúcar añadida a tu dieta, sin embargo, el alto consumo de fructosa no es el único problema.

Fructosa + glucosa = azúcar de mesa

La fructosa es un “azúcar” simple, o sea, no puede descomponerse. Por esta razón se le llama también “monosacárido”. La palabra “monosacárido” está formada por la palabra “mono” que significa “uno solo”. Es decir, una sola molécula de sacárido.

Hay otro monosacárido llamado glucosa. Si lees las etiquetas de alimentos, seguramente no leerás ni azúcar ni glucosa, pero sabrás que ese producto la contiene porque dice “dextrosa”.

La glucosa es importantísima para el organismo. De hecho, a diferencia de la fructosa, se sintetiza en todas las células del cuerpo. No solo en el hígado.

fructosa+glucosa

Y es que la glucosa es la fuente de energía preferida del organismo. La obtiene también del glucógeno que el hígado almacena.

Si hay un exceso de glucosa, el páncreas excreta insulina para permitir que las células ingieran esa glucosa y la usen como combustible y la almacenen.

¿Recuerdas cuando te dije que el hígado convertía la fructosa en glucógeno? Cuando el organismo requiere energía extra, el hígado realizará otra síntesis y convertirá ese glucógeno en glucosa. Pero ¿qué pasa si unimos la glucosa y la fructosa?

Si unimos dos monosacáridos obtenemos un disacárido, un nuevo compuesto formado por dos moléculas y que recibe el nombre de sacarosa. La sacarosa es el nombre químico de lo que conocemos como azúcar de mesa. Pero esto no es todo.

Otras fuentes de glucosa

Otra cosa importante de los azúcares: Son carbohidratos o hidratos de carbono. Esto quiere decir que en su composición química encontramos carbono, hidrógeno y oxigeno.

Los carbohidratos se dividen en dos: los que son de asimilación rápida y los de asimilación lenta. Lo que tienen en común es que de ambos se obtiene glucosa, el alimento de las células por excelencia.

Carbohidratos simples

Hasta el momento, solo he hablado acerca de los carbohidratos simples o de asimilación rápida, con estos me refiero a los azúcares como fructosa, glucosa y sacarosa.

Son rápidos porque, una vez consumidos, se incrementan los niveles de glucosa en sangre y son mucho más rápidos si están disueltos en un medio líquido.

Por ejemplo, un vaso de bebidas gaseosas producirá un subidón de azúcar de forma más veloz que una tableta de chocolate.

Hacen que el organismo atraviese el camino de la hipoglucemia a la hiperglicemia en cuestión de minutos. Por la rapidez con que la procesamos, en realidad no hay tiempo de sentirnos llenos.

Seguro te ha pasado que tienes hambre, comes cualquier producto dulce y, al rato, vuelves a tener hambre de nuevo. Aunque el cuerpo almacenó el exceso de azúcar como grasa, enseguida te vuelves a sentir hambrienta.

Si comes algo dulce de nuevo, sentirás la explosión de energía, pero estarás hambriento poco tiempo. Es un círculo vicioso, por eso dicen que el azúcar tiene efectos adictivos, por la necesidad de continuar consumiendo glucosa para mantener los niveles de energía.

¿Te ha ocurrido que al comer algo lleno de azúcar te mareas o te duele la cabeza? Es por ese incremento de glucosa.

Carbohidratos complejos

Por otra parte, están los otros carbohidratos complejos o de asimilación lenta. Ellos están formados por cadenas complejas de carbono, por lo que, al consumirlo, el organismo quema energías para descomponerlos y asimilarlos.

En este proceso de metabolización, la glucosa se libera poco a poco sin que signifique grandes alteraciones en los niveles de glucosa.

Es un proceso lento, que logra saciarnos por un tiempo más largo y no implica una descarga importante de insulina. Los carbohidratos complejos, entonces, le dan energía al organismo a un costo menor que los simples.

carbohidratos-complejos

Para obtenerlos, necesitas comer leguminosas. También conocidas como legumbres, se refiere a lentejas, frijoles, garbanzos, soja y alubias.

También las verduras son una rica fuente de carbohidratos complejos.Por ejemplo, acelgas, brócoli, coliflor, espinacas, berros, coles, etc.

Las hortalizas y tubérculos como papas, mandiocas, boniatos, remolachas y zanahorias contienen carbohidratos.

Los cereales como maíz, arroz, trigo, cebada, avena, son fuentes de hidratos de carbono, pero, cuidado, solo cuando se consumen de forma natural y no procesada.

A las harinas procesadas les eliminan las fibras de los cereales, así que prácticamente actúan como carbohidratos simples. Un bollo industrial con azúcar es una bomba de azúcares simples que impacta en tu organismo y su metabolismo. Como ves, el azúcar añadida es totalmente innecesario y más bien tiene un efecto destructivo en tu salud.

Consecuencias de comer azúcar añadida

Veremos qué pasa cuando comemos grandes cantidades de azúcares simples, como el azúcar de mesa que contienen los alimentos procesados. El azúcar de mesa, un disacárido, se descompone en el organismo en los dos monosacáridos.

Por un lado, la fructosa se convierte en grasas dentro del hígado y la glucosa produce una descarga de insulina. Recuerda que la fructosa no necesita insulina para metabolizarse, pero la glucosa sí.

Es por esta razón que el azúcar añadida, a la larga, produce obesidad y resistencia a la insulina.

Consecuencias de la resistencia a la insulina

Cuando hay una subida de glucosa, la insulina hace que las células la consuman y la almacenen. Pero si es una gran cantidad o las subidas ocurren muy seguidas, llega un momento en que mucha de esa glucosa permanece en la sangre.

El páncreas recibe esa señal y libera más insulina y el ciclo se repite. Si ocurre por un tiempo largo, entonces se produce lo que conocemos como “resistencia a la insulina”.

Esto se convierte en una serie de síntomas como letargo, dolor de cabeza, cansancio, hambre y dificultad para concentrarse. También es posible que haya un aumento de peso alrededor de la cintura, altos niveles de tensión arterial y de colesterol.

Si se profundiza la resistencia, la persona se vuelve diabética, con todos los problemas de salud que eso genera. Pero esta no es la única hormona contra la que se crea resistencia.

Resistencia a la leptina

Ya vimos qué sucede cuando hay altos niveles de glucosa, pero… ¿si es el nivel de fructosa es el que se eleva?

Ya te dije anteriormente que la fructosa se convierte en grasas en el hígado, lo que implica que se incremente la cantidad de grasas que transportan las células adiposas.

Cuando esto sucede, esas células le avisan al cerebro que no necesita comer más, que hay suficiente grasa reservada como energía. Este mensaje lo envían a través de una señal bioquímica, es decir, una hormona llamada leptina.

La leptina viaja al cerebro, concretamente al hipotálamo, y este le indica al estómago: “hey, estás lleno, no necesitas comer más”.

resistencia-a-la-leptina

La leptina es la responsable de la sensación de llenura, por eso se dice que es la “hormona maestra” del peso corporal.

El problema es que si hay demasiados ácidos grasos en el organismo, llega un momento en el que el hipotálamo se hace resistente a la leptina.

Si esto ocurre, puede haber altos niveles del leptina, pero el hipotálamo es incapaz de leerla. Es como si no estuviera. Entonces el cuerpo continúa sintiendo hambre y las personas no se sacian sino hasta que les duele el estómago.

¿Cómo saber si padeces de resistencia a la leptina?

Si tienes grasa acumulada, especialmente en la cintura, seguro tus niveles de esa hormona son altos. Incluso, el que alguien baje de peso no significa que dejará de ser resistente a la leptina.

Es más, puede empeorar. Porque al perder más grasa, el cerebro, que cree que muere de hambre, hará lo posible por recuperar esa grasa perdida. Por eso, muchos adelgazan y luego vuelven a engordar, porque el hipotálamo desarrollará todas las estrategias para recuperar la grasa perdida.

Esto explica por qué dos tercios de la población estadounidense padecen de sobrepeso. Además de diabetes y resistencia a la insulina.

¿Cómo revertir el desastre metabólico causado por el azúcar añadida?

No es fácil ni rápido. La única forma de vencer la resistencia a la insulina y a la leptina es con una dieta saludable y ejercicios constante.

La dieta

Te explico a qué me refiero con una dieta saludable. Lo primero es evitar los subidones de glucosa y fructosa, esto implica dejar de comer azúcar añadida y todo carbohidrato simple.

También debes eliminar todos los productos procesados porque todos, incluso los salados, tienen azúcar. Evita los carbohidratos complejos ya refinados como panes, bollos, harinas, etc.

Además, debes consumir grasas buenas solamente y de forma moderada, es decir, las poliinsaturadas que se encuentran en pescados azules, y las monoinsaturadas como aceite de oliva y aguacate. Una dieta sin grasas es peligrosa, porque estas son el alimento del corazón como la glucosa lo es del cerebro.

Consume proteínas. Ellas son el alimento de los músculos junto con la glucosa.

Ejercicios

Y necesitarás tus músculos para quemar el exceso de grasas a través del ejercicio, pero esta actividad física debe ser constante y disciplinada.

Cuando los músculos acaban con la glucosa del organismo, entonces va por las reservas de glucógeno del hígado. Una vez estas se acaban, es entonces, que el cuerpo echa mano de las reservas de grasas y las convierte en glucosa.

Por eso tu ejercicio debe ser moderado pero largo en un período de tiempo. Al menos una hora de caminata, por ejemplo.

Anarella quedó fascinada al conocer los delicados mecanismos de nuestro organismo. Además, comprendió más profundamente por qué el azúcar añadida es tan dañina y causa tantos descalabros metabólicos. Se sintió también más segura de evitar el azúcar y de ayudar a su familia a eliminarla.

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