Por: Vicente Segarra
Se ha descubierto por parte de los científicos la clave para comprender el misterioso “efecto placebo”: los placebos podrían funcionar bloqueando las señales de dolor en la médula espinal antes de llegar al cerebro.
El efecto placebo ha sido desde hace mucho tiempo un misterio científico: tiene lugar cuando los síntomas médicos de un paciente responden a un tratamiento falso o con sustancias inactivas. Originalmente se pensaba que era un fenómeno psicológico relacionado con la percepción y expectativas del paciente; si la sustancia inactiva (o placebo) se ve como beneficiosa, puede ayudar a curar, pero si se ve como dañina, puede provocar efectos negativos.
“Encontramos que cuando la gente experimentaba un alivio del dolor debido a la administración de un placebo, también mostraba una reducción de la activación neuronal a la estimulación dolorosa de la médula espinal”, anunció el miembro del equipo de investigación Falk Eippert, neurólogo del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf en Hamburgo, Alemania.
“Esto demuestra que algunos factores psicológicos como el placebo pueden tener un profundo impacto en el procesado del dolor”.
Condicionamiento y expectativas
Actualmente, el efecto placebo se cree que depende principalmente de dos fenómenos – condicionamiento y expectativa. El condicionamiento es el proceso por el que cuando vamos al médico varias veces, esto nos ayuda a sentirnos mejor cada vez. Resumiendo, estamos condicionados a mejorar simplemente por ir al medico, no se necesita más terapia para que nos sintamos mejor.
La expectativa es un proceso más consciente que depende del contexto de una situación terapéutica. Por ejemplo, si tenemos la expectativa de que cierto tratamiento mejorará nuestra salud, entonces posiblemente mejoremos incluso aunque el tratamiento no haga absolutamente nada.
Ambos mecanismos actúan conjuntamente y ayudan a conseguir beneficios terapéuticos.
Los placebos son normalmente usados como ‘controles’ en experimentos para evaluar nuevos tratamientos: los pacientes son seleccionados aleatoriamente para administrársele la medicina real o un placebo, y ni ellos ni la plantilla que lleva a cabo el ensayo saben qué paciente ha recibido el tratamiento real. A menudo, algunos de los pacientes a los que se da sustancias inactivas también mejoran.
Cuando un número considerable de gente que toma placebo también mejora, es difícil para los investigadores determinar si el nuevo medicamento en realidad es beneficioso. Se pueden aplicar placebos a una gran variedad de dolencias, y cuando tienen un efecto de alivio del dolor (como en este estudio), se conocen como ‘analgesia por placebo’.
En la profundidad del cerebro
Aunque ha habido desde hace tiempo una comprensión de que el efecto placebo estaba enraizado en las profundidades del cerebro, los recientes avances en la tecnología de imágenes permite a los científicos escanear la actividad neuronal en la médula espinal. Esta parte del cuerpo actúa como estación de entrada al sistema nervioso central para los mensajes del dolor procedentes del cuerpo.
Esto demostró que factores psicológicos, tales como el placebo, pueden tener un profundo impacto en el procesado del dolor, afectando no sólo a áreas cognitivas en las profundidades del cerebro, sino hasta la médula espinal, donde se inhibe la actividad neuronal.
En la realización del estudio, los investigadores aplicaron calor doloroso a los brazos de 15 hombres sanos, y compararon las respuestas de su médula espinal cuando creían que habían sido tratados con una crema anestésica o un placebo.
Ambas cremas, en realidad, eran inactivas. Pero los escáneres IRMf (imagen de resonancia magnética funcional) mostraron que la actividad nerviosa se reducía significativamente cuando los sujetos creían que se les daba el anestésico.
Endorfinas naturales
Los científicos han sugerido que esto puede deberse a que cuando los pacientes esperan que un tratamiento sea efectivo, el área del cerebro responsable del control del dolor se activa, liberando endorfinas naturales que viajan a través de la médula espinal para suprimir la entrada de señales dolorosas.
Esto significa que los pacientes se sienten mejor sin importar que el tratamiento tenga efecto.
Aunque Falk no cree que este estudio tenga ningún impacto inmediato en pacientes que sufren desórdenes del dolor, sugiere los beneficios de demostrar que es posible medir las influencias controladas en las respuestas al dolor de la médula espinal.
“Esto podría ayudar en el desarrollo de nuevos tratamientos para el dolor, permitiendo a los científicos comprobar la eficacia y posible zona de acción de nuevos tratamientos”, dijo Falk.
Mejor comprensión del dolor
Jon Jureidini, psiquiatra de la Universidad de Adelaida en Australia, está de acuerdo en que este descubrimiento expande nuestra comprensión del dolor.
“Esto es muy interesante para la comunidad científica que trabaja con el dolor. Aunque puede que muchos pacientes no se beneficien, proporciona esperanza a los pacientes terminales”, comenta.
Edzard Ernst, médico en la Universidad de Exeter en el Reino Unido, e investigador especialista de la validez de remedios alternativos está intrigado por los hallazgos.
“Este estudio proporciona un novedoso mecanismo para explicar cómo un placebo podría disminuir la sensación de dolor a nivel del sistema nervioso. Por supuesto, los hallazgos requieren de una replicación independiente, pero ciertamente dan que pensar y son emocionantes”, comenta.
Autor: Alissa Jenkins
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